Filosofía

Jonh Dewey

Filosofía de la Fotografía 
                           
 ‘En el principio todo era oscuridad
Había tinieblas sobre la faz de la tierra.
         Entonces dijo Dios: "Hágase la luz",
                             y la luz fue hecha.
                   Y de la luz nació la fotografía’.
                                        R.r.Félix

1.- Sobre la fotografía.
 El término fotografía, procede del griego φως phos ("luz"), y γραφίς grafis ("diseñar", "escribir") que, en conjunto, significa "diseñar/escribir con la luz". La fotografía es el proceso de capturar imágenes y almacenarlas en un medio de material sensible a la luz, basándose en el principio de la cámara oscura, con la cual se consigue proyectar una imagen captada por un pequeño orificio sobre una superficie, de tal forma que el tamaño de la imagen queda reducido y se aumentada su nitidez. Esta definición nos ofrece una respuesta técnica del concepto. Si bien es cierto, hoy en día el término en sí, responde a otras acepciones dependiendo el contexto donde se maneje. Así podemos hablar de fotografía artística,  fotografía documental, fotografía comercial y fotografía social.
"Fotografiar es poner en la misma línea de mira, 
          la cabeza, el ojo y el corazón."  
                          H. Cartier-Bresson
 La cámara fotográfica se inventó como lápiz solar; un instrumento capaz de hacer que la naturaleza se dibuje a sí misma; un espejo con memoria, sin mediación del sujeto, capaz de escribir la naturaleza. En el mundo contemporáneo, las apariencias han sustituido a la realidad. No obstante la fotografía, una tecnología históricamente al servicio de la verdad, sigue ejerciendo una función de mecanismo ortopédico de la conciencia moderna. Para John Szarkowski, "La fotografía es un sistema de selección visual... Como el ajedrez, o la escritura, consiste en elegir entre varias posibilidades determinadas, pero en el caso de la fotografía el número de posibilidades no es finito sino infinito.” [1]
La fotografía es un arte elegíaco, un arte crepuscular. Algo feo o grotesco puede ser conmovedor porque la atención del fotógrafo lo ha dignificado. Finalmente el tiempo termina por elevar casi todas las fotografías, aun las más torpes, al nivel del arte. Algo bello puede suscitar amargura porque ha envejecido o decaído o ya no existe. Susan Sontag nos dice en Sobre la fotografía (2006: 32): “Todas las fotografías son memento mori. Tomar una fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad, mutabilidad de otra persona o cosa.”
 El fotógrafo está comprometido, quiéralo o no, en la empresa de transformar la realidad en antigüedad y las fotografías mismas son antigüedades instantáneas. Mediante la fotografía seguimos del modo más íntimo y perturbador la realidad del envejecimiento de las personas. La fotografía es el inventario de la mortalidad. Basta apretar un botón para investir un momento de ironía póstuma. Las fotografías muestran a las personas allí, y en una época específica de la vida, de un modo irrefutable, agrupan gentes y cosas que un momento después se dispersan. Nuestra reacción ante las fotografías que Roman Vishniac[2] tomó en 1938 de la vida cotidiana en los ghettos de Polonia está compulsivamente afectada por el hecho de saber que esas personas no tardarían en perecer.

2.-  Filosofía de la Fotografía:
 La imagen fotográfica es una reducción a dos dimensiones de las cuatro que constituyen el espacio y el tiempo de la superficie. A esta capacidad de abstracción y re-proyección, esto es, la reducción de ciertos fenómenos en símbolos y de leer estos símbolos, le llamamos imaginación. El significado de una imagen muestra la síntesis de dos intenciones: la que proyecta la imagen y la del contemplador, de manera que las imágenes no son complejos simbólicos denotativos, sino connotativos, y admiten diversas interpretaciones. Vilém Flusser comenta, en Hacia una filosofía de la fotografía (1990: 09):

“... la civilización humana ha experimentado dos momentos de cambio fundamentales desde su comienzo. El primero ocurrió alrededor de la última mitad del segundo milenio a. de C., y puede definirse como “la invención de la escritura lineal”. El segundo – del cual somos testigos- puede llamarse “la invención de las imágenes técnicas”. 


La fotografía aporta al universo iconográfico una imagen precisa, definida, pero que en esencia es un signo emanado directamente del referente. De tal manera que tenemos así a la fotografía entendida como imagen técnica. Toda fotografía afirma que lo que vemos en ella se ha encontrado allí, ha estado allí pero inmediatamente separado. Es así que Roland Barthes encuentra el noema de la fotografía en certificar que esto, el referente, ha sido. Lo que conocemos de la realidad como la esencia de nuestra identidad depende de la memoria. Ésta vincula el pasado con el presente produciendo la doble función que es la de abolir el tiempo porque lo que ha sido permanece, es memorable y a la vez la de representarlo porque al unir el antes con el ahora podemos ver la transformación.
Lo inmutable es lo que no tiene tiempo. La fotografía contribuye a la memoria viva, no la suplanta. De tal manera que el fragmento de tiempo fotografiado contiene el antes y el después. La fotografía visualiza la realidad como una sucesión infinita de situaciones que se reflejan mutuamente. Pero la visión fotográfica tiene que ser renovada constantemente, en el material  temático o en la técnica, para dar la impresión de infringir la visión ordinaria. A diferencia de la  pintura, la fotografía captura la esencia del momento fragmentando, ese espacio-tiempo al que  los pintores nunca podrán llegar. En sentido estético, nos transmite la belleza, en  sentido ontológico, la esencia y la ausencia del ser que ya no está ahí. Aunque Sontag opina que: “las fotos por sí solas son incapaces de explicar nada...  nunca se comprende nada gracias a la fotografía.”[3] Pero si transforma el mundo en una serie de partículas inconexas e independientes, el principal efecto de la fotografía es convertirlo en una galería de imágenes. La imagen cosifica al mundo, lo hace objeto y lo reduce a miniaturas que así, capturando espacio y tiempo, se pueden poseer. Al desnudar la cosidad de los seres humanos, la humanidad de las cosas, la fotografía transforma la realidad en una tautología.
La necesidad de una filosofía de la fotografía:
            Podemos acercarnos a la filosofía de la fotografía por dos caminos: La estética y la ontología. La fotografía, en sentido estético, nos transmite la belleza, en sentido ontológico, la esencia y la ausencia del ser ahí. Por medio de la estética sólo llegamos al análisis de la imagen en sí, estudiando técnicas como la apertura del lente, el tiempo de la exposición, la velocidad de la luz, la profundidad de campo y la distancia del objeto, estudiando la imagen como obra de arte. En cambio, a través de la ontología, nos podemos enfocar en la esencia, sus propiedades trascendentales, el significado y el impacto que en nosotros deja la huella de dicha imagen.
Cuando la fotografía se convierte en pintura, es decir, en composición o sustancia visual deliberadamente tratada por empaste de colores, lo hace tan sólo para significarse a sí misma como arte ,y este sería el caso de la técnica pictórica de principios de siglo XIX, o bien para imponer un significado normalmente más sutil y complejo del que permitirían otros procedimientos de connotación; de esta manera, Cartier-Bresson refiere su foto de la recepción que los fieles de Lisieux tributaron al cardenal Pacelli como si se tratara del cuadro de un maestro antiguo; aunque su fotografía no lo es; por una parte, su esteticismo estereotipado remite con cierta idea a la de un cuadro, lo que se opone a cualquier pintura verdadera, y por otra, la composición que en este caso significa declaradamente una cierta espiritualidad extática, traducida con precisión en términos de espectáculo objetivo.
Así podemos observar fácilmente la diferencia entre fotografía y pintura: en el cuadro
de un Primitivo, la espiritualidad nunca constituye un significado, sino, por así decirlo, la misma esencia de la imagen; es verdad que puede haber, en ciertas pinturas, elementos de un código, figuras de retórica, símbolos de época; pero no existe ningún significante que remita a la esencia, que es una manera de ser y no el objeto de un mensaje estructurado. En  Hacia una filosofía de la fotografía, Vilém Flusser nos dice (1990: 75)
            “Es necesaria una filosofía de la fotografía si queremos elevar la fotografía hasta un estado plenamente consciente”
Bibliografia:
Alesse, Craig. Basic 35mm photo guide, Bufalo, N.Y. Amherst Media, inc. 2001 5th Edition.
Audi, Robert. (editor), Diccionario Akal de filosofía, Madrid, Ediciones Akal, S. A., 2004.
Barthes, Roland. Cámara Lúcida. Nota sobre la fotografía, Barcelona, Paidós, 1990, 1ra. Edición.

Benjamín, Walter. Discursos Interrumpidos I, Madrid, Editorial. Taurus, 1987.

Bunge, Mario. Diccionario de Filosofía, México, siglo XXI editores, s.a. de c.v., 2007, 4ª. Edición.
Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía, Buenos Aires, Editorial Sudamericana. 1964.
Flusser, Vilém. Hacia una filosofía de la fotografía, México, editorial trillas, 1990.
Guadiana, Pablo. Letras de luz, México, Conaculta- Fonca. 2006.

Sanabria, Dr. José Rubén. Introducción a la Filosofía, México, Editorial Porrúa, S.A. 1988, 7ª Edición.

Sontag, Susan. Sobre la fotografía, México, Alfaguara, 2006.



[1] www.supercable.es/~santiagoc/fotografia/10
[2] Vishniac, Roman A Vanished World, EE.UU: Farrar, Straus and Giroux, 1986.
[3] Sontag, Susan, Sobre la fotografía. México, Alfaguara, 2007.