Friday, February 25, 2011

La filosofía terapéutica destrona al diván, Loreley Gaffoglio LA NACION

La filosofía terapéutica destrona al diván

Mediante libros, asesorías, en cafés y hasta en terapias, el saber filosófico se aplica para resolver los problemas concretos de las personas

Sábado 21 de agosto de 2010 | Publicado en edición impresa
La filosofía terapéutica destrona al diván
El asesor filosófico Eduardo Rodríguez, en plena reflexión.  / Fabián MarelliVer más fotos
Loreley Gaffoglio
LA NACION
La reflexión filosófica ensaya por estas horas una revolución inusitada. La materia gris sedimentada en 2500 años de quehacer filosófico ya no es patrimonio de eruditos o de envejecidos tomos en inhóspitas bibliotecas.
Revitalizada, el ágora de la tradición socrática se coló en las psicoterapias. Conquista las páginas de los libros de psicología y desarrollo personal. Combate el estrés. Se instala en empresas. Guía a políticos. Y, como un torrente impetuoso, se explaya en vinos, cafés y en retiros filosóficos por todo el país. Su misión es clara: expandir el horizonte previsible del entendimiento y aprender a pensar y vivir mejor.
En esas lides es la novel gravitación de los asesores filosóficos los que, con su predicamento individual o grupal para ayudar a resolver problemas concretos de la vida cotidiana, instalaron un nuevo método de introspección. Abrieron el juego del pensamiento enriquecido por múltiples cruces de perspectivas y corrientes. Crearon un espacio propio que convirtieron en hábito. Y lo enmarcaron dentro de un escenario hasta ahora monopolizado por el diván.
Esos espacios contestatarios tratan, en definitiva, de escudriñar la propia vida para alcanzar un bienestar. Se revuelve en los aspectos mundanos de la existencia sin dogmatismos, y desde nuevas y hasta divergentes cosmovisiones. El resultado es la fricción, la tensión filosófica que atrae al pensamiento revelador.
Esa corriente, conocida en el mundo como consultoría y filosofía práctica, fue iniciada en Alemania, en 1982, por Gerd Achenbach. Hoy goza de amplia difusión en el mundo y en nuestro país.

El impulso sustantivo a nivel planetario lo dio Lou Marinoff, profesor de filosofía del City College de Nueva York, gracias a sus best sellers Más platón y menos Prozac y a Pregúntale a Platón. Mónica Cavallé, con una ristra de títulos para el mercado hispanohablante, lo popularizó en España. Y Roxana Kreimer –disertante en el Congreso Mundial de Filosofía Práctica en Holanda, la semana pasada– fue su introductora en el país.
Tomás Abraham, con sus seminarios de los jueves, fue el precursor en sacudir la solemnidad al arte de filosofar y en propiciar los nexos con otras disciplinas.
"El interés por la filosofía se explica en la desilusión por el psicoanálisis", dispara Kreimer sin anestesia. Las casi 400 personas que, en turnos, los fines de semana, se agolpan para escucharla disecar temas como las trampas del deseo, el apego, el chantaje emocional, o la doble moral, insinúan ese aparente desencanto. Lo mismo sucede en Beccar, donde los vinos filosóficos de Eduardo Rodríguez desbordan de aficionados al arte de filosofar.
"La asesoría filosófica no trabaja sobre las patologías y no escarba en el inconsciente", aclara Kreimer. "Actúa sobre las concepciones y juicios de valor que condicionan nuestra vida. La razón puede propiciar cambios de perspectiva determinantes para pensar mejor y palear muchos sufrimientos", dice. Y critica que fenómenos propios de la vida, como los miedos, las frustraciones y duelos, se conviertan en enfermedades, dignas de medicarse.
El psiquiatra Ricardo Aranovich hace más de 30 años que centra su doctrina terapéutica en el pensamiento de José Ortega y Gasset, quien hizo de la vida humana el objeto de sus cavilaciones.

Enfoque totalizador "En toda terapia –argumenta–siempre hay una filosofía, una concepción del hombre y de su misión más o menos explícita. Lo que hoy sucede es que la vida humana no está siendo resuelta por las terapias tradicionales. No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa. A falta de respuestas, entonces, surge la necesidad de trabajar con un enfoque totalizador del hombre y de su experiencia vital. Una doctrina puesta a trabajar sobre el presente, la circunstancia diría Ortega y Gasset, para resolver el futuro."
Aranovich vincula el auge de las indagaciones filosóficas con la actual "crisis cultural que implica la ausencia de valores compartidos, el aislamiento y la soledad, junto al binomio ansiedad-depresión como epidemias modernas". "En la medida en que se ejercite la introspección, se conozca quién se es y qué se quiere para sí, uno podrá buscar afirmarse en un auténtico proyecto de vida o encajarse en uno mismo", instruye.
A contramano del fervor metafísico como bálsamo reparador, en opinión del filósofo Alejandro Rozitchner, la filosofía como terapia corre en seria desventaja respecto de la psicoterapia: "Las cuestiones humanas se piensan mejor en la psicología, que va más allá al entender que la vida no puede ser aprehendida por la conciencia. De todas formas –dice–, como el pensamiento es elaboración, siempre tiene influencia en la perspectiva de la existencia del sujeto".

Rozitchner defiende, sin embargo, a los psicólogos que abrevan en ella para plantearse cuestiones de fondo y bucear en temas que exceden su saber. "Para cualquier profesional inquieto, la perspectiva amplia y libre de la filosofía resulta enriquecedora. A través de ella, se amplía la visión; se encuentran otros marcos de referencia; ideas distintas, poderosas", apunta el asesor del gobierno porteño.
El psicólogo cognitivo Walter Riso, autor de Sabiduría emocional, entre otros títulos, es un ferviente defensor del cruce de ambos saberes. "¡Claro que uno no se pondrá a filosofar con un psicópata!", acota. "Pero la metacognición es observarse a uno mismo. Como la ideología del sujeto determina muchos de sus sufrimientos; si se logra cambiar cómo un problema es percibido, se podrían eliminar muchos sufrimientos inútiles", apunta Riso.
Hoy la psicología positiva retoma conceptos ampliamente analizados por la filosofía, como la esperanza, el optimismo, la felicidad y la espiritualidad. E investiga cómo éstos impactan en los estilos de vida, explica, y opina: "Si los pacientes se convierten en agentes de cambio, gracias a la elaboración filosófica, ¡bienvenida sea!".

LOS LIBROS DE INSPIRACION
  • Walter Riso
    El camino de los sabios invita a aprender de los principios que sustentaron las corrientes filosóficas clásicas.

  • Roxana Kreimer
    Artes del buen vivir exalta el antiguo ideal socrático de la filosofía como un arte para la vida e indaga en ese conocimiento.

  • Alain de Botton
    Las consolaciones de la filosofía recorre 2500 años de doctrina occidental para examinar los dilemas comunes a todas las épocas.

  • Ricardo Aranovich
    Quién se robó mi entusiasmo analiza la crisis de valores, los diversos malestares y la depresión sociocultural, desde la visión de Ortega y Gasset.